viernes, 19 de mayo de 2017

El agujero negro convertido en estrella de cine

THE SCIENCE OF INTERSTELLAR
Por Kip Thorne Thorne (prólogo de Christopher Nolan). W. W. Norton & Company, Nueva York, 2014.
Los admiradores de Einstein y aficionados a su revolucionaria teoría de la gravedad (la teoría general de la relatividad) estamos de enhorabuena este año. A las numerosas actividades, tanto especializadas como de divulgación, motivadas por el centenario de la formulación definitiva de la teoría en noviembre de 1915, se añade la publicación de un magnífico libro dedicado a explicar la abundante ciencia que subyace en Interstellar, la taquillera película de 2014 que tiene entre sus estrellas principales ni más ni menos que a un agujero negro, y que incluye secundarios de lujo tales como un agujero de gusano, ondas gravitacionales y un universo con cinco dimensiones.
El autor del libro, Kip Thorne, es un astrofísico y experto en la teoría de la gravedad del Instituto de Tecnología de California (Caltech), jubilado en 2009, que ya tenía experiencia en incorporar la difícil física de la relatividad a la ciencia ficción más exigente: aquella que difiere de la mera ficción fantástica en su decisión de respetar la ciencia que conocemos. En los años ochenta, Thorne había asesorado a su amigo Carl Sagan sobre cómo usar los agujeros de gusano en su novela Contact, llevada a la pantalla en 1997 en una película que tiene muchos elementos en común (actor protagonista incluido) con Interstellar.
Thorne nos narra la génesis del proyecto de Interstellar: en 2005, junto con la productora cinematográfica Lynda Obst, comenzó a jugar con la idea de realizar una película en la que las fascinantes y misteriosas propiedades de los agujeros negros desempeñasen un papel central. Tras muchas vicisitudes, el proyecto acabó en manos de los hermanos Nolan (el director Chris y el guionista Jonah), quienes se comprometieron a mantener el espíritu original de hacer una película en la que la ciencia estuviese presente de principio a fin.
Thorne impuso dos condiciones muy exigentes sobre el guion: primero, que nada en la película debería violar leyes científicas firmemente establecidas; segundo, que las especulaciones sobre leyes no comprendidas del todo deberían al menos tener un hilo de conexión con la ciencia posible. La tensión entre estos requisitos y las necesidades narrativas de la historia es palpable a lo largo de este libro. Tanto la película como la ciencia descrita en el libro tienen un comienzo sólido y prometedor, que progresivamente se hace más irregular y desemboca en un final con bastantes elementos confusos. Buena parte del libro es un intento de dar una interpretación científica honesta y plausible de aquello que en la pantalla solo se describe mediante imágenes o en brevísimas palabras. Creo que el lector se verá tan sorprendido como yo por el nivel de detalle científico implícito en secuencias que duran apenas unos segundos.
Si bien ha habido grandes películas con un tratamiento serio de la ciencia que involucran —desde la genial 2001: Odisea del espacio hasta la más reciente Gravity— creo que Interstellar marca un hito en el género por la diversidad y densidad de conceptos científicos y la finura con la que son tratados. No solo cubre una gran variedad de física gravitatoria; Thorne nos habla de una reunión de ocho horas que mantuvo en Caltech con astrobiólogos, planetólogos, físicos teóricos, cosmólogos, psicólogos y un experto en política espacial, con el fin de discutir ideas y objeciones que deberían tenerse en cuenta. Así, cuestiones como la posibilidad de una catastrófica plaga que en unas décadas arruine las cosechas de toda la Tierra, o la geología y condiciones para la existencia y evolución de la vida en los planetas que visitan los astronautas, fueron sometidas a escrutinio con el fin de evaluar su plausibilidad y certificar que, cuando no probables, al menos estuviesen dentro de lo que la ciencia nos dice que no es imposible.
Ese respeto a la ciencia ha hecho que las bellísimas imágenes del agujero de gusano cercano a Saturno, del viaje de los astronautas que lo atraviesan, y de Gargantúa, el gigantesco agujero negro junto al que posteriormente aparecen, hayan sido generadas siguiendo las matemáticas de la teoría de Einstein, recurriendo a mínimas licencias artísticas para su adaptación a la pantalla. No sé de otro caso en el que la preparación de una película comercial haya dado lugar a un artículo publicado en una revista científica especializada («Gravitational lensing by spinning black holes in astrophysics, and in the movie Interstellar», por O. James, E. von Tunzelmann, P.Franklin, K.S.Thorne en Classical and Quantum Gravity, vol. 32, n.o 6, art. 065001, 2015).
De entre los fenómenos científicos que se detallan en el libro, hay dos con los que disfruto especialmente al explicarlos a los amigos que han visto la película. El primero es esencial para la más potente fuente de tensión en la historia: el tiempo en la vecindad de Gargantúa transcurre a un ritmo mucho más lento que en la nave que queda a cierta distancia de él, o que en la Tierra (se nos dice que una hora en el planeta de Miller equivale a siete años en la Tierra). Por increíble que parezca, este efecto entra dentro de la «ciencia bien establecida» de la película.
Ya en 1959 se verificó experimentalmente que, cuanto más intensa es la gravedad, más lento discurre el tiempo. Un reloj en la planta baja de un edificio se retrasa cada día 200 billonésimas de segundo (200×10–12 segundos) respecto a un reloj en la azotea, donde, al estar 20 metros más lejos del centro de la Tierra, la gravedad es (muy levemente) más débil. Desde luego, este resultado es demasiado pequeño para que lo notemos y decidamos mudarnos al sótano con el fin de retrasar nuestro envejecimiento. Sin embargo, el mismo efecto se ha incorporado a nuestras vidas en los últimos años a través de la localización GPS. Esta se basa en la sincronización entre el reloj interno del aparato en nuestro coche y la señal emitida desde satélites que orbitan a 20.000 kilómetros de altura. La diferencia de altitud es ahora tal que el retraso diario es de 40 millonésimas de segundo. Si no se tuviese esto en cuenta, en pocos minutos el error en la localización de nuestro aparato de GPS sería de cientos de metros, lo que lo haría inútil para la conducción. Claramente, en la cercanía del intensísimo campo gravitatorio de un agujero negro el resultado será mucho mayor. Aun así, el lector del libro descubrirá que la magnitud del efecto requerida en la película no es fácil de obtener en las situaciones «realistas» más frecuentes en el universo. De todas maneras, encaja cómodamente dentro de lo admisible por las leyes de la física actual.
El otro fenómeno que me gusta discutir es la ola gigantesca que alcanza a los astronautas poco después de que se hayan posado en la superficie acuática del planeta de Miller. De nuevo, aquí tenemos la magnificación extrema de un efecto familiar. Todos sabemos que las mareas las causa la atracción gravitatoria que la Luna (y, en menor medida, el Sol) ejerce sobre la Tierra y sus océanos. Nos resulta entonces fácil entender que las mareas que un agujero negro produzca en un planeta próximo a él se manifiesten como olas descomunales. Pero hay otro efecto interesante implicado. La gravedad no solo desplaza el agua de los océanos, sino que también actúa sobre la roca del planeta. Al ser más rígida, esta reacciona distorsionándose y fragmentándose. En la Tierra, este efecto es muy pequeño, pero en Ío, la luna más próxima a Júpiter, el resultado es una gran actividad sísmica y volcánica. En el planeta de Miller, la intensa atracción del agujero negro sobre la parte rocosa del planeta da lugar a terremotos que originan enormes tsunamis como el que golpea a los astronautas en la película. De nuevo, la comprensión más completa del fenómeno involucra otros detalles finos que el lector encontrará explicados muy claramente en el libro.
La ciencia de Interstellar se vuelve mucho más especulativa en los dos últimos capítulos de esta obra, que coinciden con el desarrollo hacia el clímax de la película a partir del momento en que el astronauta Cooper cae al interior del agujero negro. Aquí Thorne nos introduce en ideas de la física teórica contemporánea (teoría de cuerdas, cosmologías con dimensiones adicionales y universos-brana) que, aunque no estén verificadas experimentalmente, son consistentes con las leyes establecidas y, por tanto, aceptables en la narrativa de ciencia ficción. Pese a que Thorne es un físico teórico muy distinguido y un divulgador avezado, en sus explicaciones se entrevé que estos temas no caen dentro de su especialidad. Esto, unido al carácter alejado de nuestra experiencia de las ideas que se manejan, hace que a partir de este punto el libro resulte más difícil para el lector, que a menudo se ve abocado a «tragar sin digerir» muchas de las ideas que se discuten. Pese a ello, en esto apenas difiere de la mayoría de las publicaciones divulgativas sobre estos temas, y Thorne consigue excitar la imaginación del lector con ideas muy sugerentes.
En los tramos finales del libro, la especulación bordea de manera peligrosa el límite de lo que creemos científicamente posible. En particular, la idea de que se puedan enviar señales gravitatorias al pasado (aun a través de una quinta dimensión) es algo que, creo, la mayoría de los físicos teóricos consideramos muy probablemente incorrecta y tal vez contradictoria con la física de nuestro universo. De hecho, he tenido la impresión de percibir entre líneas la incomodidad de Thorne al tener que justificar, por imperativos del guión, algo que él mismo encuentra difícil de defender. Probablemente sea más adecuado —como él mismo sugiere— que, en lugar de verlo como una mancha en una película con aspiraciones de impecabilidad científica, lo tomemos como una licencia al servicio de una buena historia que se mantiene siempre muy por encima del nivel de rigor habitual en el género.
Thorne nos revela muchos otros detalles menores que escaparán a buena parte del público, y en cuyo tratamiento esta película es también singular. Por ejemplo, las ecuaciones que aparecen en las pizarras no son simplemente caricaturas matemáticas (con muchas raíces cuadradas, símbolos de integral, etcétera, dispuestos más o menos al azar), sino que corresponden a ecuaciones genuinas que describen la dinámica de la gravedad y las dimensiones adicionales, sacadas de los cuadernos y artículos de físicos de Caltech. Uno de los momentos privadamente más memorables para algunos de nosotros es aquel en que Murph (Jessica Chastain) comienza a escribir en una pizarra la «acción efectiva de la teoría de cuerdas a bajas energías», correctamente y en toda su gloria.
Por desgracia, este esfuerzo tan loable por no caricaturizar la ciencia corre el riesgo de irse al traste cuando se representa la tarea de los científicos: resulta muy poco creíble, por no decir grotesco, que «la solución» que el profesor Brand (Michael Caine) encontró muchos años atrás para «la ecuación de la gravedad» contenga un error del que solo él, y nadie más, se había percatado. Los científicos geniales indudablemente existen, pero sus descubrimientos siempre han sido asimilados con rapidez y escrutados por colegas extremadamente capaces que pueden detectar sus posibles problemas. Es una pena que Thorne haya consentido que la tan manida como falsa imagen del genio individual con ideas fuera del alcance de los demás mortales aparezca en una película con la ambición y logros de Interstellar, y que no se haya preocupado de desmentirla en su libro.
En definitiva, me parece indudable que las virtudes únicas tanto del libro como de la película compensan sobradamente sus defectos e irregularidades, y los convierten en adiciones indispensables a la colección de cualquier buen aficionado a la ciencia moderna y a la más ambiciosa ciencia ficción. Una excelente manera de celebrar el centenario de uno de los mayores logros intelectuales de la humanidad.

La humanidad consume más agua de la que se creía

La humanidad y todos los ecosistemas del planeta dependemos del agua dulce para sobrevivir. Los humanos la empleamos para nuestro propio consumo y aseo, así como para generar energía. También la utilizamos para regar los cultivos, ya sean de regadío (con agua superficial o subterránea) o de secano (con agua de lluvia), y para dar de beber y comer a los animales en los cuales basamos nuestra alimentación.
El consumo de agua ha venido incrementándose gradualmente con el crecimiento de la población y la mayor demanda de alimentos y energía. Distintos autores han calculado la cantidad de agua que utilizamos los humanos y se han preguntado hasta qué punto estamos agotando los recursos hídricos del planeta. Los resultados obtenidos son discrepantes. Ahora, un estudio publicado por el autor en Science el pasado diciembre concluye que ya habríamos superado el límite planetario sostenible de consumo de agua.
Huella hídrica
Para calcular la cantidad de agua que consumimos suele tenerse en cuenta el agua que tomamos de la lluvia, denominada agua verde, y la que extraemos de los recursos hídricos superficiales o subterráneos (ríos, lagos y acuíferos), denominada agua azul.
El consumo de agua azul y agua verde puede ilustrarse con el ejemplo de un sistema de riego que se abastece de un río para suplir de agua a un cultivo de tomates en España. El agua extraída del río, que corresponde a agua azul, es dispersada sobre la tierra del cultivo. La mayor parte de ella será absorbida por las raíces de las plantas de tomate para crecer y será transpirada a través de sus hojas, fenómeno conocido como evapotranspiración; o bien se evaporará directamente desde la tierra donde crecen las plantas. Se trata de agua azul consumida por la actividad agrícola. Pero, si llueve, las plantas del cultivo tomarán también el agua pluvial de la tierra húmeda y la transpirarán, lo que corresponderá a consumo de agua verde.

martes, 4 de abril de 2017

El Hombre: causante de la extinción de la vida entera en el mundo


La extinción de especies no humanas y la escasez de recursos requeridos por los seres humanos son factores de la evidencia del daño ocasionado por la sobrepoblación humana.

Hay que hacer conciencia lógica de los elementos de la vida humana, no somos una raza adecuada para manejar el planeta tierra y cada vez más destruimos sin razón (y eso que somos la especie con una mente razonal capaz de resolver problemas) el planeta nos mantiene con vida, debemos tomar conciencia de los elementos que nos rodean y el peligro de ser materialista al extremo y de que van a sufrir nuestros futuros hijos.

La población humana es mucho más grande que lo que la Tierra puede soportar, dejar que los seres humanos se mueran gradualmente y permitiendo el ciclo natural de la muerte, sin alargar la vida humana, es lo mejor que se puede hacer para la biósfera terrestre. 

La gran mayoría de las sociedades humanas no han vivido estilos de vidas sustentables, y que los intentos de llevar estilos de vida amigables con el medio ambiente no cambian el hecho de que la existencia humana es dañina para la Tierra. La extinción humana y la extinción de otras especies; muchas especies están amenazadas por el alza de la población humana.

La mayor parte de las especies que han vivido sobre nuestro planeta han desaparecido. Parece ser parte del juego evolutivo. En cualquier caso, la especie humana está destinada a su aniquilamiento por acción externa (asteroides asesinos o supernovas) o por su propia existencia, debido a una pésima gestión de los recursos naturales, y con ella tal vez el resto de los seres vivos.

El hombre, la especie humana, ha pasado a ser una especie que por siglos ha estado en permanente equilibrio con el hábitat, a ser una especie de cáncer para la Tierra, que indudablemente pondrá en marcha los mecanismos para su curación.

La Tierra es un espacio finito, con recursos energéticos limitados, y sobre todo con agua dulce limitada. Por ello el hombre, como especie, tiene ante si un doble reto:

1.- Mantener el equilibrio entre el hombre, (¿Seis, siete, ocho mil millones de habitantes?)
2.- Los recursos disponibles. Organizar a los gobiernos, lideres de potencias mundiales  a realizar una Aldea Global, para que todos puedan disfrutar de todos los derechos humanos con un adecuado y justo reparto de la riqueza y los recursos disponibles.

Si no se salvan estos dos retos, el hombre por si mismo, desaparecerá de la Tierra antes de que la Tierra, en su evolución termina con el hombre.

lunes, 3 de abril de 2017

ONU - Problemas relacionados con el agua

Los problemas relacionados con el agua matan 10 veces más gente que todas las guerras del mundo

Según las previsiones de la ONU para 2025, un total de 1.800 millones de personas vivirán en regiones que presentarán escasez de agua.

La ONU, desde el año 2010, declaró el agua potable como un derecho humano, pese a lo cual el agua insalubre resulta la primera causa de muertes en el mundo.

De acuerdo al informe de Naciones Unidas, aproximadamente 7.500 personas, de las cuales 5.000 son niños, mueren por día por la falta de saneamiento del agua; 1.800 millones de personas utilizan agua contaminada por materia fecal; y 2.600 millones de personas no tienen acceso a un saneamiento de agua digno.

Y traza una comparación no sólo preocupante sino reveladora: los problemas relacionados con el agua matan por año 10 veces más personas que todas las guerras del planeta. Un habitante de la tierra sobre siete no tiene acceso a un agua de calidad.

Según las previsiones para el año 2025, un total de 1.800 millones de personas vivirán en regiones que presentarán absoluta escasez de agua como consecuencia del calentamiento global y el aumento demográfico.

Esto podría generar flujos migratorios difíciles de controlar hacia el resto de los países, dando espacio a una nueva figura para la legislación internacional: el refugiado climático.

Abastecimiento de agua para la Zona Metropolitana de la Ciudad de México (ZMCM)

Sobre el abastecimiento de agua para la Zona Metropolitana de la Ciudad de México (ZMCM) y el alto riesgo que conlleva para el futuro no emprender acciones urgentes.

Mucha gente piensa, erróneamente, que la fuente principal de agua de la ZMCM es el Sistema Cutzamala, cuando en realidad representa menos de la tercera parte del volumen total que consumimos anualmente.
Hoy en día se extraen de los principales acuíferos del Valle de México aproximadamente 1,800 millones de m3 (Mm3) de agua; la batería de pozos de Lerma aporta 151 Mm3 y finalmente, Cutzamala entrega 470 Mm3.

 La extracción de los acuíferos representa hasta cuatro veces su capacidad de recarga, lo que los condena a desaparecer en muy poco tiempo. En mi artículo anterior hablé de las consecuencias catastróficas que tiene la sobreexplotación de agua del subsuelo, no solo por la falta de recarga sino por los graves hundimientos y grietas que se están provocando.

La única solución para ir recuperando los acuíferos es reducir la extracción y propiciar la recarga, preservando las áreas boscosas, las laderas de los montes y las zonas agrícolas. Independientemente de muchas acciones que iremos analizando para mejorar la eficiencia, reducir fugas y promover el uso racional del agua en la ZMCM, es imprescindible contar con fuentes futuras de abastecimiento. Cutzamala y Lerma están perdiendo capacidad, principalmente, por la deforestación y la demanda creciente en las cuencas originarias; por ejemplo, Lerma, que hasta hace pocos años era considerado el principal distrito de riego de temporal del país, ha desaparecido como consecuencia de un crecimiento urbano explosivo y sin planeación.


La pérdida de áreas verdes y la invasión de cemento y asfalto han provocado la reducción de recarga del acuífero de Lerma que aunado a la creciente demanda local, es muy probable que en poco tiempo ya no recibamos este vital líquido en el Cárcamo de Dolores de Chapultepec. En la pasada administración federal, la Comisión Nacional del Agua (Conagua) estudió alternativas para nuevas fuentes de abastecimiento para la Ciudad y la más segura y factible fue el "Proyecto Necaxa". La hidroeléctrica Necaxa fue inaugurada en 1905, siendo la mayor y más moderna planta de producción hidroeléctrica del mundo en aquel entonces. 

¿Cuánta Agua hay en México?

Según datos de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), el total del agua dulce que tiene el país, es de 446 mil 777 millones de metros cúbicos, de los cuales, el 67% se encuentran en la región sureste, a la vez que el resto del territorio nacional sólo posee el 33% de este líquido.

No es de sorprender que mientras en las zonas del centro, norte y noroeste, la escasez del vital líquido llame a hacer un uso eficiente, en la región sureste del país, la relativa abundancia de agua realce la necesidad de proteger a la población de fenómenos como las inundaciones.

La Conagua, explica que el agua renovable o agua dulce, que nutre los 633 mil kilómetros de longitud de los ríos mexicanos, los 653 acuíferos y las 731 cuencas del territorio, es la cantidad máxima de líquido que es posible explotar sin modificar el ecosistema. 

Hoy en día, el país recibe un millón 449 mil millones de metros cúbicos de agua en forma de precipitación. De dicha cantidad, se estima que el 72.5% se evapotranspira y regresa a la atmósfera; el 21.2% escurre por ríos y arroyos y el 6.3% restante se infiltra y recarga los acuíferos. En términos generales, a nivel nacional de acuerdo con cifras de la Conagua, a nivel nacional, el agua renovable per cápita disponible es de tres mil 692 metros cúbicos por habitante al año (m³/hab/año).

Pero hay que hacer notar que en el sureste del país, el cual cuenta con apenas el 23% de la población, la disponibilidad del vital líquido es siete veces mayor que en el resto del territorio nacional.


Otro de los retos que enfrentará México en un futuro cercano, tiene que ver que para el 2030 el agua renovable per cápita a nivel nacional disminuirá de tres mil 692 metros cúbicos por habitante a tres mil 250. Por tal motivo, se debe tener especial cuidado con los mantos subterráneos, puesto que su sobre explotación ocasiona el abatimiento de los niveles freáticos, el hundimiento del terreno y puede causar afectaciones difícilmente reversibles a los ecosistemas y a la sociedad. México, cuenta con 653 acuíferos bajo tierra y ellos abastecen el 39% del agua que se usa en el país. 

PROBLEMÁTICA: LA SEQUÍA EN MÉXICO

La Sequía, Constituye un problema mayor de carácter económico, social y ambiental que concierne a numerosos países de todas las regiones del mundo.

Por “sequía” se entiende el fenómeno que se produce naturalmente cuando las lluvias han sido considerablemente inferiores a los niveles normales registrados, causando un agudo desequilibrio hídrico que perjudica los sistemas de producción de recursos en las tierras

“Se ha hecho evidente que a la demanda en constante aumento, la escasez de agua potable se está convirtiendo en una amenaza para el desarrollo sostenible del Medio Ambiente y de la Sociedad Humana.”

El aumento de la población mundial, la mejora del nivel de vida, el cambio de patrones de consumo, y la expansión de la agricultura de riego son las principales fuerzas impulsoras de la creciente demanda mundial de agua.

“La esencia de la escasez mundial de agua es la falta de coincidencia geográfica y temporal entre la demanda de agua potable y su disponibilidad, que se puede medir en términos físicos o en términos de implicaciones sociales o económicas basadas en la capacidad de adaptación”, 



CAUSAS:

Al parecer la sequía en sus causas y efectos de la desertificación a nivel mundial, incluyendo la pobreza, los ambientes naturales, la situación de los suelos, los bosques, así como el agua, su saneamiento y el comportamiento climático.

“La sequía es parte de las causas de la desertificación. Pero esencialmente se trata de un problema creado por el hombre, que aparece cuando se someten las tierras a presiones excesivas”

“Actividades humanas y de las variaciones climáticas, tales como sequías prolongadas e inundaciones, con importantes implicaciones sobre la economía, la sociedad y el medio ambiente.”

La degradación de las tierras prosigue y aumenta a un ritmo alarmante, erosionando gravemente la preciosa reserva mundial de tierras productivas.

Ese fenómeno, cuando se da en las tierras secas del planeta, crea condiciones parecidas a las de los desiertos y se llama “desertificación”.

Mil millones de personas, de las más pobres y más marginadas del mundo (que viven en las zonas más vulnerables), son tal vez, las que sufren los efectos más graves de la desertificación. Pero ésta se cobra también otras víctimas.

“Unos 18 países desarrollados sufren los efectos de la desertificación. Y, en conjunto, los países desarrollados (y las regiones más prósperas de los países en desarrollo) ya están afectados indirectamente, porque la gente emigra cuando se ve en la imposibilidad de vivir del producto de sus tierras degradadas.”

La desertificación nos muestra de la manera más gráfica cómo la pobreza en cualquier parte del mundo, pone en peligro la prosperidad y la sostenibilidad en todas partes.

CIRCUNSTANCIAS:

Los registros del que se tienen monitoreando desde el siglo pasado por la CONAGUA se tienen que:
·       En el periodo 1930-1977 se presentaron 6 sequías severas.
·       En 2006 cerca del 70% del territorio tuvo sequía y 15% por sequía extrema.
·       El período 2011-2012 fue uno de los más secos de los últimos 71 años.
En años recientes se han detectado dos eventos de sequía significativa:
·       El 80% del territorio sufrió algún tipo de sequía y cerca del 40% fue extrema
Afectó a 22 entidades y 604 municipios en la República

El estrés por el agua y los alimentos podría contribuir al aumento de las tensiones entre los estados.

·       El comercio puede ser interrumpido por el acaparamiento de los productos básicos,
·       Las poblaciones locales pueden oponerse al control extranjero de las tierras cultivables, y
·       Los argumentos pueden entrar en erupción sobre los derechos para extraer agua de los ríos y acuíferos que cruzan las fronteras”

“La escasez de agua entre los riesgos sociales que enfrentará el mundo al considerar que “una disminución significativa en la calidad y cantidad disponible del agua potable resultará en efectos nocivos para la salud humana y / o la actividad económica”.

Dos terceras partes del territorio Nacional es desértica o semidesértica.

Durante el 2016 ocasionaron lluvias por arriba de lo normal en el noreste, oriente y sureste de México, lo que permitió que se redujeran ligeramente las áreas con sequía principalmente en Tamaulipas, Tabasco, Veracruz y Quintana Roo. Sin embargo en el sur del país, las lluvias no fueron del todo favorables y continúa la sequía extrema en el Istmo de Tehuantepec que cubre el 7.0% de Oaxaca.

Otras entidades con sequía son Guerrero y Michoacán. En Guerrero la sequía ha permanecido sin cambios al contabilizar el 34.9% de sequía moderada, mientras que esta misma en Michoacán aumentó 8.1% con respecto a finales de febrero y cubre el 19.7% del estado. A nivel nacional el 63.2% del territorio nacional se encuentra libre de sequía, 0.5 más que la quincena anterior, en tanto que el porcentaje de sequía desde moderada hasta extrema es de 9.5%.

La sequía se ha prolongado por más de seis meses, algo que ya se considera que puede generar efectos negativos a la hidrología y ecología local.


OTRAS CIRCUNSTANCIA:

Los altos niveles de escasez de agua se producen en áreas sin poblaciones densas o con agricultura de riego intenso, pero con muy poca disponibilidad de agua natural, como en las zonas áridas del mundo (por ejemplo, el Sahara, Taklamakan, Gobi, y Australia central desiertos).

El gran consumo de agua con respecto a la disponibilidad de este líquido resultó en una diminución de las corrientes, sobre todo durante el periodo seco, y la disminución de los niveles de agua de lagos y la que se encuentra bajo la tierra.

Ejemplos notables de ríos que se pierden total o parcialmente antes de que lleguen al final de su curso incluyen el Río Colorado en el oeste de Estados Unidos y el Río Amarillo en el norte de China. El más destacado de un lago que desaparece como consecuencia de la reducción del flujo de entrada de un río es el Mar de Aral en Asia Central.

“Las víctimas directas del consumo excesivo de los recursos hídricos son los propios usuarios, que cada vez sufren de escasez de agua durante las sequías, lo que resulta en la reducción de las cosechas y la pérdida de ingresos para los agricultores, amenazando los medios de vida de comunidades enteras.”
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para 2050, al menos una de cada cuatro personas probablemente viva en un país afectado por escasez crónica y reiterada de agua dulce.
Hace un año, la UNICEF, organismo dependiente de la ONU, dijo que el planeta tendrá un déficit de agua del 40por ciento en 2030 si no se cambia el rumbo actual de consumo.
En agosto pasado el Instituto de Recursos Mundiales colocó a México entre los países que están en riesgo de sufrir una crisis de escasez de agua para el año 2040 en porcentajes que podrían alcanzar hasta un 80 por ciento.
La organización encontró que 33 países enfrentarán un estrés hídrico extremadamente alto dentro de 25 años. México ocupó el lugar número 34, detrás de Túnez, y se prevé que enfrente altos niveles de escasez de agua con porcentajes de entre un 40 hasta un 80 por ciento.

ACCIÓN FUTURA:

Acciones a realizar para disminuir la Sequía en México

·       La prevención o la reducción de la degradación de las tierras.
·       La rehabilitación de tierras parcialmente degradadas.
·       La recuperación de las tierras desertificadas.

Consejo Mundial de Agua, abordó temas esenciales como sostenibilidad de los recursos hídricos, el acceso a los servicios de saneamientocambio climático y la sequía, entre otros, con lo que los profesionales del agua podrían explorar soluciones prácticas a varios temas globales del agua.
los trabajos relacionados con la Gestión Integral de Recursos Hídricos (GIRH), donde se destacó que la GIRH está en el núcleo del éxito para lograr una seguridad hídrica, sin embargo, la interpretación del concepto varía de país en país y sector en sector, limitándose en algunos casos a la gestión por cuencas. 

 CONCLUISIONES: 

•“Las víctimas directas del consumo excesivo de los recursos hídricos son los propios usuarios, que cada vez sufren de escasez de agua durante las sequías, lo que resulta en la reducción de las cosechas y la pérdida de ingresos para los agricultores, amenazando los medios de vida de comunidades enteras.”
• La sequía meteorológica (déficit de lluvia) es recurrente y siempre ha existido. La magnitud de sus impactos depende de la vulnerabilidad de la sociedad a estas condiciones.
• La sequía se manifiesta tanto en regiones muy lluviosas como poco lluviosas y prácticamente en todos los regímenes climáticos.
• La sequía es un componente normal del clima, aunque su extensión geográfica y su gravedad variarán a escala estacional o anual.
• La sequía difiere de otros fenómenos naturales perjudiciales (huracanes, heladas, inundaciones). Sus efectos se hacen notar de manera lenta.
• Los procesos físicos asociados con eventos de sequía de largo período en México requieren mayor investigación. Frecuentemente se asume que El Niño es el principal factor para la sequía de verano. Sin embargo existen otras interacciones que también se asocian con el fenómeno de la sequía, como son las teleconecciones de la PDO y AMO.

FUENTES:
·       Consejo Consultivo del AGUA.
·       CONAGUA.
·       IMTA
·       SEMARNAT
·       Artículos de periódicos y revistas en línea.

miércoles, 15 de marzo de 2017

El Hombre: La especie más invasora


Numerosas especies humanas han habitado la Tierra, pero solo la nuestra ha colonizado el planeta entero. ¿Cómo lo ha logrado?


Hace menos de 70.000 años que nuestra especie, Homo sapiens, salió de África y empezó a propagarse por todo el planeta. En Europa y Asia ya se habían establecido otras especies humanas, pero solo nuestros antepasados lograron colonizar todos los continentes y alcanzar islas remotas. La dispersión se realizó de un modo inusual. En todos los lugares donde llegó H. sapiens se produjeron grandes cambios ecológicos. Todas las especies arcaicas con las que se encontró acabaron extinguiéndose, como también numerosas especies de animales. Sin duda, ha sido la migración que más consecuencias ha tenido en la historia de la Tierra.
Los paleoantropólogos han debatido durante tiempo sobre cómo y por qué solo los humanos modernos lograron esa asombrosa hazaña de dispersión y dominio. Algunos expertos sostienen que la evolución de un cerebro voluminoso y más avanzado permitió a nuestros antepasados alcanzar nuevos territorios y enfrentarse a los desafíos con los que se encontraron. Otros afirman que una técnica novedosa, con la que los primeros humanos modernos abatieron presas o se enfrentaron a sus enemigos con una eficacia muy superior, propició la expansión de nuestra especie fuera de África. Un tercer escenario señala que un cambio climático habría debilitado las poblaciones de neandertales y de otras especies humanas arcaicas que habían ocupado los territorios fuera de África, lo que dio a H. sapiens cierta ventaja y le permitió colonizar parte del territorio. Sin embargo, ninguna de estas hipótesis ofrece una teoría general que explique por completo los logros de nuestra especie. De hecho, la mayoría de ellas han sido planteadas para explicar el registro arqueológico de H. sapiens de regiones concretas, como Europa occidental. Este punto de vista fragmentario sobre nuestra expansión ha confundido a los científicos. La gran diáspora humana consistió en un solo evento con diferentes fases y, por tanto, necesita ser investigado como un problema único.
Las excavaciones que mi equipo ha realizado durante los últimos dieciséis años en los yacimientos de Pinnacle Point, en la costa sur de Sudáfrica, junto con ciertos avances teóricos en las ciencias biológicas y sociales, nos han llevado a proponer otra idea sobre la forma en que conquistamos el mundo. Creemos que la diáspora se produjo cuando en nuestra especie apareció un nuevo comportamiento social, codificado en los genes: una tendencia a cooperar con individuos no emparentados. La incorporación de este tipo de conducta a la cognición avanzada de nuestros antepasados permitió una rápida adaptación a nuevos ambientes. También fomentó la innovación que dio lugar a la creación de una nueva técnica de caza: las armas de proyectil. Equipados de esta forma, esos humanos se establecieron fuera de África, preparados para someter a todo el mundo a su voluntad.

Mito: sobre nuestro origen

Homo sapiens no evolucionó en dos etapas, primero para adquirir la apariencia física actual y luego el comportamiento moderno, sino en una sola.

Durante décadas, los arqueólogos han sostenido que el comportamiento moderno surgió en Homo sapiens decenas de miles de años después de que la especie evolucionase hasta adoptar su apariencia física actual. Los arqueólogos disentían sobre si el proceso fue gradual o repentino, pero suponían que el comportamiento de los primeros Homo sapiens difería en gran medida del nuestro. Habrían carecido de arte, símbolos y rituales, y no se habrían dedicado de manera sistemática a la pesca, el marisqueo u otras actividades. Tampoco habrían desarrollado técnicas complejas como las trampas, las redes, los proyectiles o la navegación.
Se pensaba que los primeros humanos anatómicamente modernos, a menudo denominados Homo sapiens arcaicos, vivieron en grupos pequeños y vulnerables, formados por individuos con fuertes vínculos de parentesco. Dotados de herramientas simples, habrían dependido de la caza de animales de gran tamaño y habrían sufrido los cambios ambientales con mayor severidad que los humanos modernos. En palabras de Thomas Hobbes, sus vidas eran «solitarias, horribles, crueles y cortas». Si necesita formarse una imagen de ellos, cierre los ojos y piense en el estereotipo del hombre de las cavernas. Sin embargo, las pruebas arqueológicas actuales apuntan a que algunas características que asociamos a los humanos modernos —en concreto, nuestra capacidad para mostrar un gran abanico de conductas— ya se daban en algunos grupos que vivieron en África hace largo tiempo. Cada vez es mejor acogida la idea de que el comportamiento «moderno» no apareció en un pasado reciente ni de manera drástica.
En 1984, Misia Landau propuso en el artículo Human evolution as narrative («La evolución humana como narrativa») publicado en American Scientist, que los relatos de tradición precientífica habrían influido durante largo tiempo en los investigadores. La idea de que Homo sapiens se transformó de un estado arcaico a otro moderno se debería, en parte, a dicha tradición. Pero, aunque esta permite construir una crónica satisfactoria, no proporciona un esquema realista para entender el complejo curso de la evolución humana. De hecho, la mayoría de los cambios evolutivos consisten en transformaciones menores cuyas consecuencias aumentan de manera gradual a lo largo de miles de generaciones.

De primitivos a humanos

Homo sapiens conquistó casi todas las regiones climáticas de la Tierra. Sin embargo, su verdadera historia de éxito comenzó cuando se convirtió en sedentario. Al parecer, el sentido social determinó más el devenir de la especie humana que su inteligencia abstracta.

Imaginemos por unos momentos que nos embarcamos en una máquina del tiempo para viajar medio millón de años en el pasado, hasta la época de nuestros antecesores en la sabana del este de África. Hemos llegado. ¿Qué nos encontramos? La fauna se asemeja a la actual: ñus, gacelas, jirafas y otros animales ungulados se desplazan por llanuras cubiertas de hierba; asimismo, leones, guepardos y demás depredadores andan en busca de una presa. También nos topamos con una pequeña comunidad de homínidos Homo erectus.
Esos hábiles bípedos recolectan frutos, plantas y raíces comestibles. Cazan en grupo y desarrollan complejas estrategias con el fin de hacerse con su presa. Quizá se comunican entre ellos con una lengua rudimentaria. Se comportan como una horda de cazadores con una capacidad inusual, al menos en comparación con el resto de los seres vivos, ya que resisten sin dificultad las altas temperaturas diurnas. Sus pies se adaptan a la marcha y a la carrera veloz. Con precisión escogen los animales adultos sanos que prometen ofrecer carne en abundancia. Separan estos ejemplares de la manada, los persiguen y les arrojan piedras y lanzas con gran fuerza y buena puntería hasta matarlos. Por otra parte, se defienden de hienas, buitres y leones, alejándose de su presencia mientras cortan el suculento trofeo.
Gracias a sus facultades físicas y mentales, Homo erectus ocupó un nicho ecológico libre hasta entonces: se extendió por toda África, Europa y Asia. No obstante, ese nicho no se mantuvo estable, puesto que durante los últimos cinco millones de años se alternaron períodos súbitos de frío y calor. El clima de una región podía cambiar de forma repentina en el transcurso de solo unas pocas décadas. En el punto álgido de los períodos preglaciares llovía en África más que hoy en día; en la región de la actual sabana del África oriental crecían densas selvas. Al mismo tiempo, el Sáhara y el desierto arábigo se convertían en extensos herbazales. Solo aquellos organismos que sabían adaptarse o bien evitar las condiciones adversas tenían la oportunidad de sobrevivir.

lunes, 13 de marzo de 2017

El tiempo / Análisis de los libros

El tiempo

Análisis de los libros:

1.-TIME TRAVEL A HISTORY / James Gleick, Pantheon, 2016.
2.-"AHORA" / LA FÍSICA DEL TIEMPO/ Richard A. Muller, Pasado & Presente, 2016.

¿Qué es el tiempo? Para quienes se dedican a la física, el tiempo es una cantidad en nuestras ecuaciones.

Se trata de la variable que usamos para representar una de las cuatro dimensiones de la variedad del espacio tiempo, término acuñado por el matemático Hermann Minkowski después de que las teorías de la relatividad de Albert Einstein comenzaran a mostrar que el tiempo y el espacio eran intercambiables. Y, sin embargo, podemos movernos libremente hacia delante y hacia atrás en el espacio, pero no en el tiempo.

Comienza con La máquina del tiempo, de H. G. Wells, libro al que vuelve a menudo y que precede en más de una década a la teoría especial de la relatividad de Einstein, formulada en 1905. La obra nos ofrece un agradable recorrido por la cuarta dimensión y la elegante maquinaria victoriana de Wells; los autores de la «edad de oro» de la ciencia ficción, como Isaac Asimov, quienes sentaron las bases para los tratamientos modernos de los viajes en el tiempo; y la serie Doctor Who. Gleick explora también las propuestas más intelectuales de escritores como David Foster Wallace y Jorge Luis Borges, que imaginaba el tiempo como un «jardín de senderos que se bifurcan», o el cineasta Chris Marker, cuyo corto de ciencia ficción Lajetée (1962) inspiró la película de cine negro sobre viajes en el tiempo Doce monos (1995).

No puede decirse que Gleick tenga reparos en hacer alarde de sus conocimientos; de hecho, introduce abundante información, sobre todo en las discusiones sobre física. La teoría general de la relatividad de Einstein, formulada en 1915, parece permitir la existencia de «curvas temporales cerradas»: caminos que empiezan en un lugar y momento dados y acaban exactamente en el mismo lugar y el mismo momento [véase «Una breve historia de los viajes en el tiempo», por
Tim Folger; Investigación y Ciencia, noviembre de 2015].

Por desgracia, puede que crear un espacio tiempo con curvas de este tipo (es decir, una máquina del tiempo) sea imposible. Esta idea queda plasmada en la «conjetura de la protección de la cronología» de Stephen Hawking, según la cual el universo conspiraría para evitar la construcción de cualquier máquina del tiempo, pues ello requeriría disponer de estados de la materia imposibles físicamente, o podría generar un agujero negro alrededor de la máquina, lo que impediría acceder a ella. Pero incluso el paso del tiempo tal y como lo percibimos normalmente, en un solo sentido, resulta misterioso.

La mayoría de las ecuaciones microscópicas de la física poseen una simetría fundamental: no pueden distinguir si el tiempo avanza o retrocede matemáticamente, permanecen idénticas si sustituimos t por -1). Sin embargo, no es así como experimentamos el tiempo. Nos movemos inexorablemente del pasado al futuro; recordamos el pasado y no tenemos conocimiento directo del futuro [véase «La flecha del tiempo», por Paul Davies; Investigación y Ciencia, noviembre de 2002]. Una excepción a la simetría por inversión temporal es la termodinámica, cuya segunda ley establece que la entropía siempre aumenta con el tiempo.

El astrónomo Arthur Eddington opinaba que este hecho es, por sí solo, responsable de la «flecha del tiempo». El problema radica en que la segunda ley no habla realmente de física, sino de probabilidad y, por tanto, de conocimiento. Cuanto más elevada sea la entropía de un sistema, menos sabremos sobre sus detalles y más difícil resultará obtener trabajo útil.

La simetría temporal se rompe también en mecánica cuántica. Esta describe los sistemas físicos por medio de su función de onda y solo nos da probabilidades, no resultados seguros. Cuando efectuamos una medición cuántica, en ocasiones decimos que la función de onda «colapsa», un proceso que solo tiene lugar en un sentido. Pero también esto tiene que ver con el conocimiento según algunas formas modernas de entender la mecánica cuántica, como la interpretación de los muchos mundos, o la idea de que todos los resultados posibles se dan en alguna parte de un «multiverso». Cuando realizamos una medición, obtenemos información sobre el sistema.


El físico Richard Muller también parece preocupado por este enigma, y su libro "Ahora" intenta proponer una solución. La obra comienza con una introducción divulgativa de la física necesaria: las teorías de la relatividad y la mecánica cuántica y los papeles que desempeñan la cosmología y la física de partículas en nuestro universo, como el bosón de Higgs y su campo capaz de conferir masa. Su introducción a la física moderna probablemente resulte demasiado técnica para la mayoría de los lectores legos, a pesar de que relega la mayor parte de las matemáticas más complejas a un conjunto de apéndices.

Por desgracia, tras dejar de lado la física, Muller se adentra en la filosofía, y lo hace con una discusión cuyo nivel apenas supera el de las cafeterías de la universidad. Por ejemplo, da por supuesto que el libre albedrío es incompatible con el determinismo: una idea que ha sido desmontada desde el punto de vista filosófico por, entre otros, Daniel Dennett, en su libro La conciencia explicada (Paidós Ibérica, 1995) o, el año pasado, por el físico Sean Carroll en su obra The big picture (Dutton). Sin embargo, Muller opta por la idea, manifiestamente no científica, de un alma no física con poderes causales sobre la función de onda cuántica.

Lo anterior resulta extravagante, pero no deja de ser una nota al margen. La tesis principal de Muller es que la expansión del universo «está creando continuamente no solo nuevo espacio, sino también nuevo tiempo». Puede que como titular resulte muy llamativo, pero los cosmólogos dudan de si su punto de partida (la idea de crear nuevo espacio) tiene sentido. TYas escribir el libro, Muller ha desarrollado sus ideas de una manera más matemática y las ha aplicado a las observaciones de ondas gravitacionales efectuadas el año pasado. Es loable que haya propuesto una idea que tal vez pueda ponerse a prueba. Muy pocos libros de física divulgativos o profesionales se molestan en hacer argumentaciones, sino que suelen limitarse a resumir el estado de la cuestión. Sin embargo, no comulgo con los argumentos de Muller: con independencia de si el «ahora» representa o no un problema, sus ideas no aportan una solución, al menos desde mi punto de vista.

Tanto Gleick como Muller quieren que nos percatemos de que el tiempo es algo fundamental para nuestra experiencia: que tener un ahora es, de hecho, lo que nos permite tener una experiencia. Incluso aunque viajar al pasado sea una fantasía, la física del tiempo engloba casi todo lo que estudiamos los físicos. Comprender la manera en que fluye el tiempo tal vez nos brinde una imagen más completa de nuestro cambiante universo.

—Andrew Jaffe
Colegio Imperial de Londres
Artículo original publicado en Nature 537,
página 616,29 de septiembre de 2016.
Traducido con el permiso

de Macmillan Publishers Ltd. © 2017

Repercusiones de la evolución

HOW EVOLUTION SHAPES OUR LIVES
ESSAYS ON BIOLOGY AND SOCIETY
Dirigido por Jonathan B. Losos y Richard E. Lenski
Princeton University Press, 2016
No tenemos dificultad para pensar en la evolución como algo sucedido en el pasado, que ocurrió en la naturaleza y cuya repercusión en la sociedad resulta irrelevante desde la óptica temporal de una vida humana. Como algo perteneciente a un tiempo remoto, para ser recordado en museos, donde se exponen los hitos principales a través de restos fósiles de faunas y floras que vivieron, por lo común, hace decenas o cientos de millones de años. La ciencia, sin dejar de encarar el pasado y el futuro, se mueve por otros derroteros y también nos da a conocer la naturaleza real de la evolución en su nivel más determinante, el molecular.
El campo de la evolución molecular se ocupa de los cambios evolutivos que operan en los genes y genomas, así como de las fuerzas subyacentes que gobiernan esos cambios. Los estudios en curso sobre evolución molecular son, casi en exclusividad, retrospectivos, centrados en las mutaciones que se fijaron antaño. Ahora bien, puesto que solo ha quedado fijada una mínima fracción de todas las mutaciones que se han producido durante la evolución, se nos presenta un curso sesgado e incompleto del proceso evolutivo. Con el fin de obviar esa limitación, hay que abordar el panorama entero de adaptación de un gen y así comprender, prospectivamente, las oportunidades y las necesidades en la evolución. El efecto de una mutación sobre el fenotipo depende a menudo de la presencia de mutaciones adicionales. Este fenómeno, conocido como epistasis, explica las interacciones letales sintéticas, en las que una combinación de dos mutaciones individualmente viables provoca la muerte, y las interacciones de compensación, en las que el coste en adaptación se reduce por una segunda mutación. La epistasis desempeña un papel principal en la evolución: determina la accesibilidad de vías mutacionales y, por consiguiente, influye en la tasa de adaptación, así como en la diversidad y robustez de las variantes genéticas. No obstante, se sabe muy poco sobre la distribución espacial de esas interacciones en el interior de los genes. El enorme espacio mutacional de un gen típico plantea un reto considerable a la caracterización de los panoramas de adaptación. Por ejemplo, hay un total de 4100 (del orden de 1060) variantes posibles de un gen de ARN de 100 nucleótidos, y un total de 20100 (del orden de 10130) para una proteína de 100 aminoácidos.
En este libro se exploran las implicaciones de esa realidad en la vida y en la sociedad humanas. Veintitrés ensayos que explican por qué comprender la evolución es crucial para abordar el cambio climático, asegurar el suministro de alimentos, proteger la salud y la supervivencia, conocer al hombre y su comportamiento ligado al lenguaje. Aborda la función de la evolución en el envejecimiento, la cognición, la cooperación, la religión, los medios, la ingeniería, la ciencia de la computación y otras muchas áreas. De la evolución humana a la evolución de la resistencia a los antibióticos, de la evolución cultural a la importancia cultural del pensamiento evolutivo. La tecnología, las instituciones y el lenguaje que conformaron las sociedades actuales reflejan procesos de evolución cultural que emergieron de su contrapartida natural gracias a la celeridad y flexibilidad de los sistemas culturales.
Cuando Charles Darwin publicó The descent of man en 1871, empleó el método de comparación para explicar el sentido de nuestra especie. Esto es, atendía a las semejanzas y diferencias en la aparición de la conducta de los humanos y de nuestros parientes próximos para indicar cómo llegamos a ser. En su tiempo se habían descubierto huesos de neandertales, pero no se conocían entonces restos fósiles de homínidos. Ahora contamos ya con un amplio muestrario de homínidos fósiles. Los seres humanos son los únicos representantes vivos de un linaje, los homininos, que divergieron de otros primates hace entre seis y ocho millones de años. Los homininos quedaron confinados en África durante unos dos tercios de su historia. Con un cuerpo y un cerebro del tamaño de los de un chimpancé, los primeros homininos se diversificaron en linajes diversos con distintas estrategias alimentarias. Uno de ellos siguió el camino que llevaba a la creación de la técnica, la compartición del alimento, la caza y la recolección; dio origen al género Homo hace entre dos y tres millones de años.
Conforme las poblaciones de Homo se dispersaron por el mundo, fundaron poblaciones regionales con sus propios rasgos anatómicos y genéticos distintivos. En el curso de los últimos 100.000 años, una dispersión masiva de humanos fuera de África absorbió y sustituyó a esas poblaciones preexistentes. Los humanos continuaron en su evolución. Pero comenzaron a domeñar el poder de esa evolución mediante la mejora selectiva de plantas y animales para su alimentación, materiales para su indumentaria y transporte. La emergencia de la agricultura cambió el entorno y guio la evolución consiguiente.
La evolución aplicada a la salud es un fenómeno bastante nuevo. Durante muchos años, la ciencia creyó que la evolución favorecía a parásitos y patógenos que fueran inocuos para sus huéspedes. Desde esa perspectiva, un parásito muy violento sería una aberración transitoria, indicativa de un patógeno que habría saltado a un nuevo huésped y que, con el decurso del tiempo, evolucionaría hacia una forma menos virulenta. Pero esa tesis ha sido puesta en cuestión. Los antibióticos que sistemáticamente han venido desarrollando investigadores y laboratorios farmacéuticos para tratar las infecciones bacterianas fueron aclamados como el triunfo de la técnica sobre la naturaleza. Hasta hace escasos decenios, no se vencieron las infecciones peligrosas en los países desarrollados. Esa situación pacífica se alteró en los ochenta del siglo pasado con la epidemia del sida. La sociedad asiste a la aparición de enfermedades emergentes y reemergentes, que amenazan a todos los países, incluidos los avanzados: virus SARS, virus H5N1 y cepas bacterianas resistentes a los fármacos.
¿Cómo hemos llegado los humanos a ser la especie dominante sobre la Tierra? La agricultura, la medicina y otras innovaciones tecnológicas son elementos innegables de esa historia. Pero el desarrollo de la técnica dependió de la emergencia de otros rasgos, incluidos el lenguaje y la cultura, que permiten la comunicación entre individuos y a través de generaciones.