Seguramente te suene a chino y pienses que es otro nombre raro más para determinar una etiqueta sexual, pero sigue leyendo porque esto promete sorprenderte.
Vayamos a la teoría (ya de la práctica se encargan otros). Sapiosexualidad viene de juntar dos palabras cuyo significado es la excitación erótica hacia alguien simplemente por la inteligencia de esta. Pero claro la atracción no es instantánea, no viene determinada por una mirada fugaz o un amor a primera vista. Es mucho más.
Los sapiosexuales son algo muy de la generación millennial. La juventud despreocupada por las etiquetas sociales y que no solo ven sexo a cada paso que dan. Ahora su estímulo viene determinado por conversaciones que les abran la mente y les hagan razonar. El sota, caballo y rey de la seducción les aburre soporíferamente y buscan un algo más que les mantenga atentos e impacientes, en definitiva, ávidos de conocimiento.
Esta nueva forma de entender el mundo comprende a los dos géneros (no confundir con la bisexualidad), tanto a hombres como mujeres, pero se estima que es más habitual en mujeres. Esto se debe a la forma de ser de ambos. Basado también en que los sapiosexuales adoran las sorpresas y tienen ansias de misterio, conformando de este modo la inteligencia erótica.
Pero no creamos que este neologismo se lo ha sacado alguien de la manga. Un estudio realizado en 2017 por Gilles E. Gignac ha consolidado este concepto. El investigador no puso los pies en polvorosa y se lanzó a la piscina entrevistando a 400 personas, todo ello con el fin de conocer los rasgos que más apreciaban de su partenaire. Y tras analizar detenidamente cada uno de los datos llegó a la conclusión de que la inteligencia era el segundo aspecto más relevante según esta muestra. Ahí no quedo la cosa. Este estudio reveló que la extremada inteligencia dejaba de ser atractiva. Al llegar a los 135 de coeficiente intelectual, la gente pierde la atención por la persona. Inteligente si, superdotado no.
Ahora para finalizar la exposición científica, vayamos a lo que conocemos. Imaginemos tan solo durante cinco segundos la inclusión de este nuevo grupo social en una película de Disney. ¿Cómo sería? ¿Qué pasaría? ¿Te imaginas a Cenicienta en el baile haciéndole cientos de preguntas al príncipe azul? ¿Pasaría de su monótona conversación para irse con un plebeyo que devore cientos de libros? Los sapiosexuales se verían 100% reflejados en esa imagen. Paso a paso. Pero no nos engañemos eso es harina de otro costal, queda mucho por ver.
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