Imagínese que un inventor coloca un explosivo, aprieta el detonador (a buena distancia) y no pasa nada. La dinamita no ha estallado. Pero ve también que la dinamita ya no está allí, que ha desaparecido. Con algo parecido se ha encontrado un grupo de astrónomos que lleva años observando una estrella gigante moribunda. En vez de explotar, de convertirse en una brillante supernova, simplemente desapareció de la imagen. La interpretación de los investigadores es que se derrumbó sobre sí misma sin que a eso lo acompañase un estallido; creó directamente un agujero negro. Si esta opinión resulta estar en lo cierto habríamos sido por primera vez testigos inmediatos del nacimiento de un agujero negro.
Una supernova marca el final de la mayor parte de las estrellas de masa elevada en el universo. Cuando en lo más interno de una estrella gigante, el núcleo colapsa (se derrumba sobre sí mismo), una poderosa onda de choque expulsa las capas que lo recubren: la mayor parte de la estrella es expulsada hacia el espacio, estalla. El núcleo colapsado se convierte en un objeto sumamente denso: una estrella de neutrones o un agujero negro. Claro está, se han observado numerosas explosiones así, pero solo unas pocas corresponden a estrellas de una masa especialmente grande. Algunas teorías ya predecían que estas podrían derrumbarse enteras, o casi enteras, hasta crear con toda esa masa un agujero negro sin que se produjese una explosión de supernova.
Christopher Kochanek y sus colaboradores, de la Universidad del Estado de Ohio en Columbus, buscan desde 2008 con el Gran Telescopio Binocular indicios de esas supernovas fallidas. Solo ha habido un objeto que hasta ahora se haya ganado su atención. Se encuentra en la galaxia NGC 6946, conocida como la de «los Fuegos Artificiales» por la relativa abundancia en ella de enormes explosiones estelares. El brillo de una estrella gigante, con una masa de unas 25 veces a la del Sol, N6946-BH1, aumentó durante unos meses. Su final parecía cercano, pero el brillo no siguió subiendo hasta ser como el de una supernova, ni muchísimo menos. Por el contrario, la estrella perdió brillo de nuevo, hasta que en 2015 casi ya no era visible.
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